NO UNA VIDA,
SINO DOS
("Elige la vida y vivirás" (Dt. 30,
19)
Durante este Año de la Vida, hemos
reflexionado sobre ella y la hemos reconocido como un regalo maravilloso que
recibimos de Dios, y que hace posible todos los otros bienes humanos. También
hemos observado con dolor situaciones sociales en las que no se está promoviendo
el valor supremo de la vida.
Hablar de este tema, en el actual
contexto nacional, tiene una significación muy concreta. En efecto, hoy la vida
está muy amenazada por la droga y las diversas adicciones, la pobreza y la
marginalidad en la que muchas personas viven su existencia en un estado de
vulnerabilidad extrema; también la delincuencia aparece hoy en forma frecuente
como atentado contra la vida.
Junto con estos peligros nos encontramos
frente al planteo del aborto. Queremos afirmar con claridad: cuando una mujer
está embarazada, no hablamos de una vida sino de dos, la de la madre y la de su
hijo o hija en gestación. Ambas deben ser preservadas y respetadas. La biología
manifiesta de modo contundente a través del ADN, con la secuenciación del genoma
humano, que desde el momento de la concepción existe una nueva vida humana que
ha de ser tutelada jurídicamente. El derecho a la vida es el derecho humano
fundamental.
En nuestro país hay un aprecio de la vida
como valor inalienable. La vida propia y ajena es para los creyentes un signo de
la presencia de Dios, e incluso a quienes no conocen a Dios o no creen en Él,
les permite "sospechar" la existencia de una realidad
trascendente.
Valoramos las recientes medidas adoptadas
respecto del cuidado de la vida en la mujer embarazada. Es absolutamente
prioritario proteger a las futuras madres, en particular a las que se encuentran
en estado de marginalidad social o con dificultades graves en el momento del
embarazo. Los varones, que también lo hicieron posible, no deberían
desentenderse.
Deseamos escuchar, acompañar y comprender
cada situación, procurando que todos los actores sociales seamos corresponsables
en el cuidado de la vida, para que tanto el niño como la madre sean respetados
sin caer en falsas opciones. El aborto nunca es una
solución.
Una decisión legislativa que favoreciera
la despenalización del aborto tendría consecuencias jurídicas, culturales y
éticas. Las leyes van configurando la cultura de los pueblos y una legislación
que no protege la vida favorece una cultura de la muerte. La ley, en cuanto base
de un ordenamiento jurídico, tiene un sentido pedagógico para la vida de la
sociedad.
Invitamos a nuestros fieles laicos y a
todos los ciudadanos a reflexionar y expresarse con claridad a favor del derecho
a la vida humana. Lejos estamos de desear que este debate provoque más
divisiones en la sociedad argentina. Solicitamos, por ello, que las expresiones
vertidas sobre este tema se realicen con el máximo respeto, eliminando toda
forma de violencia y de agresividad, ya que estas actitudes no están a la altura
del valor y de la dignidad que promovemos.
Invocamos la protección de Dios, fuente
de toda vida, para que ilumine a los legisladores. En el marco del Bicentenario,
cada vida humana acogida con grandeza de corazón renueva la existencia de
nuestra Patria como hogar abierto a todas y a todos.
Buenos Aires, 18 de agosto de 2011. 159º
Reunión de la Comisión Permanente Conferencia Episcopal
Argentina